EL ODIO
Mientras el niño Evo Morales, camina 4 horas para llegar a la escuela y en el trayecto pide que le arrojen sobras de comida desde unos camiones repletos de indigentes, a Carlos adolescente, lo llevan de la mano hasta el exclusivo Colegio Alemán de la zona sur de la ciudad de La Paz.
A los seis años cumplidos, marcha por primera vez a trabajar
a la zafra de Jujuy. Apenas llega, un regimiento de mosquitos le acribilla el cuerpo. Mientras
el sol achicharra vivas a las mariposas, el niño zafrero amontona caña, un sudor
negro le empaña los ojos.
Carlos “el dandy”, nunca tuvo que trabajar, siempre lo tuvo
todo. Ante un pequeño auditorio de muchachas de piel rosada, repite los
prejuicios que ha escuchado decir a sus padres en las fiestas romanas
(almuerzos), que un ejército de domésticas le sirve cada día. Las odia, las
desprecia. Su madre, con fingida humanidad lo reprende, “no seas malo Carlitos”.
Las jóvenes de color rosa, vestidas de cancán y ungidas de colonias
francesas, lo escuchan encantadas, mientras
comentan que lo único que añoran en la vida, es escapar de este país de indios,
llegar a París con la sonrisa intacta, estúpida.
Mientras Carlos escribe sus primeros libros de historia, escondiendo
bajo la alfombra toda referencia a las naciones clandestinas que vivían y
morían en la miseria y el olvido absoluto, Evo Morales, entra detenido por
primera vez a la base militar norteamericana de Chimoré. Dentro de varios días
saldrá con el rostro destrozado y varias costillas fracturadas por la tortura.
Carlos, hombre de cultura universal, ferviente admirador de Richard
Wagner, jamás ha oído ni sentido, un concierto de batracios en el estómago.
Nunca tuvo hambre.
Pero la historia siempre regresa.
500 años de exclusión, no se borran con un chasquido de los dedos.
Entonces, a las 20 y 15 del domingo 20 de octubre (día de
las elecciones generales), la presidenta del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María
Eugenia Choque, anuncia que Evo Morales ha ganado las elecciones, pero que aún
falta contabilizar el 17% de los votos y que esos votos, son del área rural.
Esa era la señal que los grupos de “ladinos”, habían estado
aguardando durante 13 años. Inmediatamente se activa el mecanismo que
denunciaba un masivo fraude electoral.
La misma noche, el candidato Carlos Mesa, exigió que la OEA,
realice “una auditoría voto por voto”; pero dos días después se desdice y exige
la expulsión de la OEA.
En Santa Cruz, un dirigente cívico de padres quechuas, en
sintonía con el candidato de la oposición, convoca a feroces razias para que no
vuele ni una mosca en la ciudad. Batallones de jovenzuelos de piel morena se
lanzan a patrullar las calles, escupiendo y agrediendo a personas de extracción
indígena.
El extraordinario Eduardo Galeano, solía decir: “la verdadera
victoria del conquistador, radica en que el colonizado, se desprecie sí mismo”.
Mientras los medios de comunicación se reúnen en privado con
la flor y nata de las hordas nazi fascistas de Santa Cruz, Mark Zuckerberg, bloquea
las cuentas de Facebook de los simpatizantes del gobierno, y los universitarios,
pintan en los frontis: “fuera indios de la U”, los milenians (blancas palomitas)
que heredaron los prejuicios de sus padres, salen a cortar las calles cubiertos
con sombrillas, con el rostro aindiado untado de bloqueador solar y con una
crueldad inusitada gritan: “patas rajadas, Bolivia se respeta” y las damas de
“los barrios chic” de La Paz, emulando a las señoras de la oligarquía chilena
que tumbaron a Allende, hacen sonar sus cacerolas, mientras se pintan las uñas
de los pies.
Una delicada operación de la CIA, implementada con precisión
de relojería, ha provocado que en apenas 15 días, Bolivia haya retrocedido 13
años en inclusión y Derechos Humanos.
Jóvenes que anhelan vivir en Miami transformados en el
Capitán América de Avengers, agreden a la policía, que aguanta la arremetida
sin disparar ni un solo “balín de goma”, porque “el dictador boliviano”, ha
instruido que incluso los racistas, tienen derechos. La policía no responde.
Esto entusiasma a estos héroes de “cartón prensado” que se enrolan en una
cruzada para eliminar todo vestigio que los una a sus padres y abuelos.
Como cereza de la torta blanca de la conspiración, varios
“pastores” de las Iglesias evangélicas, predican que “ahora Bolivia pertenece
al diablo”. Pero fue el gobierno de Evo, quien las reconoció y eliminó los
privilegios de la iglesia católica, convirtiendo a Bolivia en un Estado Laico.
El 1 de marzo de 2006, el helicóptero que transportaba a
Evo Morales, aterrizó de emergencia. El
21 de julio de 2008, en un episodio similar al anterior, vuelve a caer el
helicóptero que transporta al Presidente: “El combustible estaba sucio y hemos
tenido que aterrizar”, señaló entonces el comandante de la aeronave. El lunes 4
de noviembre el helicóptero que trasladaba a Evo, tuvo que descender apresuradamente,
el mandatario y los tripulantes resultaron ilesos.
Todo da pensar que fueron hechos fortuitos. Pero en
política, las casualidades, no existen.
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